Centros residenciales para personas mayores: ¿A dónde vamos?

En el capítulo anterior vimos de donde veníamos en el sector residencial, lo que nos puede ayudar a entender la evolución de los años 90 y posteriores.

Años 90: Avances y mejoras en la atención estandarizada

En los años 90 del siglo XX, se apuesta por realizar avances y mejoras en la características arquitectónicas, organizativas, en la formación de los profesionales y de la calidad asistencial de las residencias de personas mayores. No obstante, parece que los estándares de calidad se exportaron de otros ámbitos, como podrían ser el empresarial, el hotelero o el sanitario. La consecuencia directa fue que esa atención estandarizada y en serie se potenció en detrimento de los aspectos relacionados con las prioridades y preferencias de las personas que, en definitiva, tienen más que ver con el bienestar individual subjetivo, y que se vieron relegados a un segundo plano.

Siglo XXI: Cambio de paradigma, auge de la Atención Centrada en la Persona

En este contexto, a finales del siglo XX se comienza a reflexionar sobre nuestro sistema de atención dando como resultado el actual Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia. Este debate se caracterizó por desembocar en un cambio en la cultura sobre la responsabilidad de los cuidados motivado por un aumento del envejecimiento y la menor disponibilidad de cuidados en el entorno familiar. Este sistema surge tras una importante trayectoria de la organización y provisión de cuidados de alta intensidad en la esfera familiar, imposibles de mantener, insuficientes e injusta; y finalmente, el auge de las políticas sociales y sanitarias de atención a nivel europeo de desarrollo de planes de contingencia dirigidos a responder al aumento del envejecimiento de la población con todo lo que ello conlleva.

Actualmente, los diferentes avances e innovaciones introducidas en la conceptualización de la atención a personas mayores en ámbito residencial tienen como resultado una realidad muy diferente a la que hemos comentado hasta aquí y es fruto de la propia evolución histórica de nuestra sociedad. No obstante, aún hoy podemos encontrarnos con grandes diferencias en los centros residenciales, cuya oferta no es homogénea a nivel estatal. Existen centros muy diferentes en tamaño, unos cuentan con excelentes instalaciones y en otros son francamente mejorables, hay centros con alta presencia de profesionales sociales y sanitarios adecuadamente formados y en otros hay escasez de ellos, etc. Además, existen diferentes criterios acreditativos y de homologación en función del territorio en el que se encuentre el centro. Situación que puede dar lugar a diferencias notables en función de la sensibilidad de las administraciones públicas. Todo ello, unido a los intereses de las entidades privadas de prestación de cuidados en entorno residencial hacen que existan profundas diferencias en esos modelos de cuidados.

No obstante, es de justicia reconocer el auge de los denominados modelos de atención centrada en la persona, cuyo objetivo es mejorar en todos los ámbitos la calidad de vida y el bienestar de una persona partiendo, siempre, desde el respeto más absoluto a su dignidad y derechos, sus intereses, deseos y preferencias, empoderando a la persona y promoviendo en todo momento su participación, inclusión social y autonomía decisoria.

Esto se traduce en servicios flexibles, individualizados y que aprovechan todas las oportunidades que brindan las diferentes soluciones tecnológicas. Finalmente, los centros deben ser polivalentes y estar abiertos a la comunidad. Así, se facilitaría que las personas que aún pueden vivir en su propio domicilio no pasen a la residencia antes de tiempo, a la vez que se promueven las relaciones sociales entre usuarios de dentro y de fuera del centro ayudando a mantener los viejos vínculos y facilitando la creación de nuevos.

Más en detalle, los centros residenciales para personas mayores bajo la óptica de los modelos de atención centrada en la persona se podrían identificar por una serie de características a nivel arquitectónico y de diseño, como la organización en unidades de convivencia reducidas de 12-15 personas con espacios privados y compartidos que faciliten la interacción social y respeten momentos de intimidad, la ubicación cercana y bien comunicada al contexto habitual de la persona, una dimensión reducida que facilite la movilidad dentro de ellos y un aspecto hogareño y completamente accesible.

A nivel de organización y funcionamiento, las intervenciones se centrarán en la promoción de la funcionalidad diaria con actividades terapéuticas de diseño cotidiano, es decir, que se asemejen a la actividad real diaria. Además, estas actividades deberán respetar al máximo las preferencias individuales de cada persona y el respeto estricto de la privacidad de los usuarios, especialmente cuando se necesiten apoyos en las actividades básicas más íntimas (vestido, higiene, etc.). Asimismo, existirá una adecuada flexibilidad horaria en las actividades y facilidad para recibir visitas del exterior a las que se invitará a participar en la vida del centro, se potenciarán programas de intercambios intergeneracionales y se considerará al entorno afectivo de los usuarios del centro como aliados terapéuticos en la optimización de los niveles de calidad de vida de los usuarios. 

Finalmente, a nivel de profesionales, se potenciará la especialización técnica a la vez que los valores más humanísticos, con roles profesionales flexibles orientados al acompañamiento y al apoyo cotidiano a consecución del proyecto de vida de la persona. Se creará la figura del profesional de referencia que velará por el bienestar de las personas y por el respeto de sus preferencias y deseos personales. Además, los turnos de trabajo deberán incidir lo menos posible en la vida diaria de los usuarios potenciando la estabilidad de los profesionales para generar un vínculo estrecho con ellos.

Conclusión: Del cuidado al acompañamiento y facilitación del proyecto de vida

A modo de conclusión, podemos decir que en lo que llevamos de siglo XXI han surgido numerosas iniciativas innovadoras en la atención residencial a personas mayores en situación de vulnerabilidad y/o fragilidad alentadas por los cambios experimentados en esferas como la social (defensa de los derechos de los usuarios de los centros, atención a sus preferencias, etc.), tecnológica (avances en telemedicina, en herramientas para la comunicación, seguridad, monitorización, etc.), conceptual o de filosofía de los cuidados (dignidad de la persona, aspectos sociales de la salud, fortalecimiento de la esfera comunitaria y participación social, etc.) y organizativa (necesidad de implementar unos cuidados sociosanitarios integrales e integrados).

Así, los centros residenciales para personas mayores son fiel reflejo de nuestra concepción social de la vejez, con nuestros prejuicios sociales y los estigmas que lo definen en cada época histórica de una sociedad. Es nuestra responsabilidad no sólo como profesionales y especialistas del sector, sino como individuos que vivimos en interdependencia con otros de diferentes generaciones, diseñar un modelo de cuidados que respete las preferencias y deseos de sus usuarios, esto es las personas mayores que lo necesitan, a la vez que potencie su calidad de vida mediante el desarrollo de su propio proceso vital. Es hora de cambiar nuestra concepción de profesionales al cuidado de personas por la de profesionales que tienen el privilegio y responsabilidad de acompañar y facilitar el proyecto de vida de otro ser humano. ¿Acaso existe un privilegio mayor?

Nieta hablando con su abuela en silla de ruedas, concepto alegre, familia feliz

Referencias bibliográficas:

Díaz Velázquez, E. (2014). Evolución histórica de los servicios de atención a las personas en situación de dependencia: del modelo de internamiento al enfoque comunitario. Intersticios. Revista Sociológica de Pensamiento Crítico, 8: 87-101.

Elizari, C., Furiel, MJ. y Aizpiru, E. (1997). De residencias para la tercera edad a centros gerontológicos. Disponible en Dialnet.

Miralles Rojano, A. y Rey Reñones, C. (2015). Evolución del modelo de atención residencial, una propuesta de centro de mayores. Gerokomos, 26: 132-136.

Pia Barenys M. Un Marco Teórico para el Estudio de las Instituciones de Ancianos. [Tesis Doctoral]. Barcelona: Facultad de Ciencias Políticas y Sociología; 1990. 

Rodríguez Rodríguez, P. (2011). Hacia un nuevo modelo de alojamientos. Las residencias en las que queremos vivir. Madrid: Fundación Pilares para la Autonomía Personal.

Escrito para Papyhappy por Raúl Vaca Bermejo, psicogerontólogo.